¿Necropolítica? Con esta interrogante, los historiadores Mauricio Tapia y Gustavo Palma iniciaron una nueva jornada del ciclo de conversatorios “Miradas a los conflictos actuales”, organizado por el área de cultura del Sitio de Memoria Ex Clínica Santa Lucía. Si bien la pregunta apunta a un concepto que a simple vista parece complejo y ajeno a nuestra realidad local, los expositores presentaron a las y los asistentes una serie de antecedentes vinculados a la muerte de líderes sociales en el Chile actual que pueden ser analizados a la luz de esta idea.
Para Achille Mbembé (Camerún, 1957), la noción de necropolítica se funda en el poder que determinados grupos emplean para administrar racionalmente quienes viven y quienes mueren. Asociado a contextos de Estado fallido o de intervención militar, la necropolítica viene a explicar situaciones no abordadas por la biopolítica o por la tanatopolítica, y que se expresan principalmente en espacios periféricos del planeta en donde expresiones extremas de violencia forman parte de la cotidianeidad de muchas comunidades. Para el autor africano, la era del humanismo se está agotando, y la naturalización de la muerte como parte de la producción o de la construcción de Estados-Nación sería un claro síntoma de ello.
Luego de definir el concepto, los expositores problematizaron el relato de la transición democrática chilena en función de una serie de casos de violencia política y económica en contra de dirigentes de distintos movimientos sociales. El impacto del modelo neoliberal y sus formas de producción extractivista en distintos puntos del país ha tenido como contraparte la emergencia de movimientos sociales que abogan por cambios urgentes: a la lucha histórica del pueblo mapuche por la recuperación de sus tierras, se han sumado movimientos sindicales y ecologistas que, en un contexto marcado por la despolitización de la población, han develado las contradicciones del modelo económico chileno. La respuesta del Estado se ha centrado principalmente en la represión y el ahogamiento mediático de estos movimientos, sobre todo porque significan un peligro para el despliegue del capital privado en el país. Sin embargo, y sobre todo en la última década, llama profundamente la atención una serie de muertes que “en extrañas circunstancias” han afectado a líderes sociales: los casos de Juan Pablo Jiménez (2013), Macarena Valdés (2016) y Alejandro Castro (2018), solo por nombrar algunos, no han sido esclarecidos por una justicia chilena que ha mostrado graves falencias investigativas. Las tesis de suicidio han sido refutadas con mucha demora y no se han individualizado responsabilidades, mientras el miedo se apodera de quienes se animen a liderar movimientos de resistencia. ¿Estamos frente a nuevas formas de represión selectiva? ¿Hay intereses privados involucrados? ¿Existen atisbos de necropolítica en nuestro país?
Estas interrogantes son las que abren la discusión entre las y los asistentes. Parte de la audiencia señaló que las características de la necropolítica no serían aplicables al contexto chileno, pues no estamos frente niveles de violencia como los que vemos en otros contextos latinoamericanos, como México, El Salvador o Colombia. Ante ello, los expositores señalaron que el relato institucional chileno muchas veces pone un velo sobre situaciones de violencia que por su número no logran ser notorias, pero que en el largo plazo devienen en su normalización: posiblemente estemos ante un proceso de hibridación que lentamente afinque estas formas de violencia en una sociedad que ya muestra espacios “necrosados” después de décadas de abandono por parte del Estado en términos sociales. El poder de bandas narcotraficantes en distintas poblaciones del país puede generar un clima predilecto para la instalación de estas formas de violencia, y el sicariato, que concibe la muerte de personas como una simple transacción mercantil, cada día puede ganar más terreno.
Si bien aún no es posible identificar con claridad redes de interés privado que estén cometiendo este tipo de crímenes en el país, la categoría de análisis propuesta en este conversatorio puede servirnos para comprender mejor una situación que ya no nos parece tan lejana. Si bien de esta conversación surgieron más preguntas que respuestas, lo importante es darnos el tiempo de dialogar colectivamente para contar con más recursos para comprender nuestra realidad. En ese sentido, el aporte de Mauricio y Gustavo ha sido muy valioso, y les agradecemos el habernos permitido conocer su propuesta.
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